sábado, 23 de octubre de 2010

Independiente - Una sociedad con el diablo


En Independiente la connivencia entre la barra brava y los dirigentes quedó al descubierto. "Es real que algunos barras trabajaron autorizados por la institución, porque contra Racing, con complicidad de empleados infieles, se liberó una puerta por la que ingresó gente gratis. Ellos ayudan a que esto no suceda. ¿Si no deberíamos dejar esto en manos de la policía en vez de darle ese poder a la barra? Bebote [Pablo Álvarez, el líder de la barra] le hizo un bien al club cuando bajó del acrílico a los hinchas que insultaban a Mouche", dijo el secretario general del club, Cristian Mattera, en diálogo con Olé .
Mattera transparentó con sus palabras una práctica que es frecuente en los clubes argentinos: barras que gobiernan los accesos de los estadios como garantes de la seguridad, o bien como recaudadores de favores de quienes pagan para acceder sin entrada a ver un espectáculo deportivo. Pasa en Independiente, sucede en Boca, entre tantos otros.
El caso de Independiente viene de antaño. "La barra es parte de la mampostería del club", describió el presidente, Julio Comparada, en una entrevista con LA NACION. Hace dos años, Bebote Álvarez y su tropa, con la venia del propio Comparada, había aplicado un mecanismo similar, al aprovechar a sus muchachos como guías acomodadores en los estadios.
Esta política que lleva a cabo Independiente es el mismo proyecto que la agrupación Hinchadas Unidas Argentinas exigió sin éxito en la sede de la AFA, en una reunión con Julio Grondona.
En Independiente gobierna la ambigüedad. El club deja en manos de la barra la seguridad de los accesos al estadio, a pesar de que algunos de los muchachos que colonizan la tribuna tienen antecedentes delictivos. Bebote , su líder, por ejemplo, fue uno de los 29 argentinos deportados de Sudáfrica durante el Mundial. Y no sólo eso: la barra suele irrumpir en los entrenamientos para exigir indumentaria y dinero. A veces, hasta se hospeda en el mismo hotel en el que se concentra el plantel y amenaza a los jugadores, como sucedió en un viaje a Tucumán, con Pepé Santoro como DT.
Hay más: hace unos pocos días, la barra amenazó a los que administran la concesión de los puestos de comidas y bebidas dentro del estadio Libertadores de América. El reclamo de uno de los empresarios fue bajado en tinta ante Comparada.
El martes pasado, en el choque con Defensores Sporting, la barra custodió los ingresos. Lo que aún no logró la nueva tropa de vigilancia es dar con la identidad del hincha que agredió con una piedra en la cabeza al arquero uruguayo Martín Silva.
Entre tanto olor a podrido, esa noche el juego continuó y a nadie se le ocurrió reaccionar con sensatez para suspender el partido. Fue tarde cuando Mohamed dio su veredicto. "Si se suspendía, estaba bien", dijo el DT tras la clasificación.

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