martes, 21 de septiembre de 2010

River - Identikit de una interna feroz

Quiénes atentaron contra el amigo de Passarella. La pelea por el poder. Negocios sin código.



Queremos los 50.000 dólares que nos debés. ¡Sacá la plata, vamos!. Si no, cuidá a tu familia". Cuando Ricardo Cosentino escuchó la amenaza el viernes 1 de junio, tembló. "No tengo nada. Les juro que no tengo nada. Si quieren, llévense todo lo que hay adentro", respondió. Lo increpaban en el palier del edificio donde vive, en Estomba 2650, cinco hombres que se comunicaban con handies. Preparados para todo y repletos de músculos. Fueron diez minutos que a Cosentino se le hicieron eternos. Hasta que los cinco hombres se juntaron con el resto de la banda, que hacía de campana en la puerta del edificio. Blandieron un par de armas para asustar a algún vecino que quisiera pasarse de valiente. Y se fueron sembrando miedo. Mucho miedo.
El modus operandi de la barra de los diez que atracó el edificio donde vive Cosentino remite sin escalas a la interna profunda de los Borrachos del Tablón, la barra brava de River. Esta historia de musculosos con nombres de serie norteamericana –Alan, William, Kevin– patovicas expertos en artes marciales que se comunican por handy y son habitués de las pintadas, las apretadas y los mensajes mafiosos, comenzó el fatídico 11-F en los quinchos del club. Ahora, amenaza con expandirse, generando una reacción en cadena que nadie sabe dónde parará. Ni los dirigentes del club ni, mucho menos, la Policía.
El ataque a Cosentino es la punta de un iceberg, el de un proceso de selección natural en el que está en juego el poder en la barra. Un negocio que movería, según pudo averiguar NOTICIAS, entre 30 y 40 mil dólares al mes. "Es la ley del más fuerte. Y los que quieren ocupar el lugar de Alan (Schlenker) y Adrián (Rousseau) van a hacer lo imposible para demostrar que tienen con qué", dice un allegado a la barra.
Interrogantes.
La pregunta es por qué eligieron a Cosentino. Y, después, quiénes fueron los que pidieron esa tajada de 50.000 dólares a ritmo de pistolas y bíceps. Ricardo Cosentino es un íntimo amigo de Daniel Passarella, técnico del equipo. Lo acompañó en varias de sus experiencias internacionales –e incluso llegó a formar parte del cuerpo técnico de la Selección uruguaya–, y le consiguió fabulosos contratos en el extranjero, como por ejemplo en el Parma italiano. Hoy, Cosentino es la mano derecha del entrenador, quien quiso contratarlo como gerente de fútbol de River no bien el ex zaguero de la Selección aterrizó en Núñez. La negociación se truncó por el actual trabajo de Cosentino: asesor futbolístico del intermediario Fernando Hidalgo. Y por un sueldo mensual que sería de alrededor de 20.000 dólares. Imposible para las arcas de River, un club que, según palabras de su presidente, José María Aguilar, "necesita vender por 12 millones de dólares al año para equilibrar sus cuentas".
El vínculo Hidalgo-Cosentino es la llave para entender por qué los barras habrían ido a buscarlo. Los últimos grandes negocios de River fueron realizados a través de un club suizo llamado Locarno. Hace dos semanas, Aguilar reconoció a NOTICIAS que River le vende jugadores a un intermediario, el israelí Pinhas Zahavi. El Locarno es el club satélite usado por Zahavi como depositario de jugadores. En la Argentina, Zahavi forma parte de HAZ Sports Group, en donde uno de los socios es Fernando Hidalgo. Y en este punto es donde aparece Cosentino: el ataque del viernes 1 habría funcionado como pedido para que el hombre libere los 50.000 dólares que serían para la barra de River. Se los habrían prometido en ocasión de la venta de Gonzalo Higuaín, Fernando Belluschi y tres juveniles al club suizo, en agosto del 2006. Además, los barras ya hicieron su trabajo: los que presionaron en la reunión de la Comisión Directiva para que se firmara la transacción de los jugadores fueron Adrián Rousseau, Gonzalo Acro, Cristian Ghisletti (alias "Cristian del Oeste") y Alexis Alan Decoste (alias "Gordo Neurona"). ¿Qué tienen en común Acro, Decoste y Ghisletti? Los tres eran empleados del club. Acro y Decoste pertenecían al área de mantenimiento y tenían sueldos que orillaban los $ 5.000 mensuales. "Eso fue gracias a una cantidad exagerada de horas extras", se justificó ante NOTICIAS el presidente Aguilar. Ghisletti, por su parte, revistaba en el área de seguridad y control.
Además, estos tres barras comparten su lealtad hacia Adrián Rousseau, el más violento de los dos líderes históricos de los Borrachos del Tablón. La logística del "operativo Cosentino" –con handies, armas y hombres que hacen de campana afuera del edificio– remite al grupo de Adrián Rousseau, enfrentado a muerte con Alan Schlenker desde el 11-F. Sin embargo, el propio Adrián lo niega: "Ni en pedo me meto en un quilombo así. Imaginate la cantidad de días que puedo terminar preso", le habría dicho Rousseau a un hombre del club. Si ellos no fueron, ¿quiénes?


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